Maria Andrejczyk tiene 25 años y ha dedicado toda su vida al deporte. Esta atleta polaca vio cómo sus esfuerzos obtenían recompensa en los pasados Juegos de Tokio 2020, donde lograba la medalla de plata en lanzamiento de jabalina.
Cuando la atleta regresó a Polonia, decidió que el valor de su medalla era mucho menor de lo que podía conseguir con ella. Había conocido el caso de Milos, un niño que sufría problemas de corazón y cuya única esperanza de vida pasaba por una operación en Estados Unidos. Así que decidió subastar aquello que tanto esfuerzo le había costado ganar.
La medalla de plata de Maria Andrejczyk tuvo un precio de salida de 50.000 dólares y, a partir de ese momento, comenzó a subir. Finalmente, su preciada presea se vendió en 125.000 dólares, unos 100.000 euros al cambio, y se la adjudicó una cadena de tiendas de alimentación llamada Zabka Polska, que es una de las más importantes de Polonia.
Las buenas acciones crean cadenas:
Para sorpresa de la atleta la cadena de tiendas se puso en contacto con ella el mismo día de la subasta para comunicarle que le devolvían su medalla. Ellos la habían comprado y pagarían el dinero estipulado que estaba dirigido a sufragar la operación de Milos, pero querían que María se quedara con la presea que tanto le había costado ganar.
En su cuenta de Facebook, Maria había señalado que “la medalla, para mí, es un símbolo de lucha, fe y búsqueda de sueños a pesar de muchas adversidades”.
Por eso estaba encantada de entregársela a quien había pujado tanto por ella. Después se llevó la alegría de su vida y podrá conservarla, al mismo tiempo que ha logrado los fondos necesarios para poder operar a Milos. Cool no?