En julio de 1518, Estrasburgo, entonces parte del Sacro Imperio Romano Germánico, fue testigo de un fenómeno inexplicable y desconcertante conocido como la Epidemia de Baile. Este extraño episodio, en el que múltiples personas se vieron obligadas a bailar incontrolablemente durante días, ha desconcertado a historiadores y científicos durante siglos.
El brote comenzó cuando una mujer llamada Frau Troffea comenzó a bailar frenéticamente en las calles de Estrasburgo. Lo que parecía una manifestación de entusiasmo se convirtió en una epidemia cuando otros se unieron a ella, y en pocas semanas, el número de personas involucradas creció a más de 400. Los bailarines, aparentemente incapaces de detenerse, se sumieron en un estado de agotamiento extremo, y algunos incluso murieron de agotamiento, ataques al corazón o derrames cerebrales.
Los registros históricos indican que las autoridades locales, en lugar de buscar explicaciones médicas o psicológicas, consideraron que la danza era un castigo divino. Esto llevó a la contratación de músicos y a la construcción de un escenario al aire libre en un intento por calmar a los bailarines y redirigir su energía. Sin embargo, estas medidas no tuvieron el efecto deseado, y el fenómeno continuó su curso durante varias semanas.
Existen diversas teorías sobre la causa de la epidemia. Una de las explicaciones más aceptadas es la del envenenamiento por ergot, un hongo que crece en el centeno y que puede inducir alucinaciones y comportamientos erráticos. El ergot contiene compuestos similares a los del LSD, y su consumo puede haber causado los síntomas observados. En este contexto, el hongo podría haber contaminado el pan, un alimento básico en la dieta de la época.
Otra teoría sugiere que el brote fue un caso de histeria colectiva, exacerbada por el estrés y las difíciles condiciones de vida de la época. La peste, la guerra y la hambruna que afectaban a Europa podrían haber contribuido a una reacción emocional extrema, desencadenando una ola de comportamiento irracional en la comunidad.
Aunque las explicaciones modernas pueden ofrecer alguna luz sobre la epidemia, el evento sigue siendo uno de los episodios más enigmáticos de la historia médica y social. La Epidemia de Baile de 1518 demuestra cómo los límites de la comprensión humana en la Edad Media podían dar lugar a fenómenos aparentemente inexplicables, y sigue siendo un recordatorio fascinante de la intersección entre la salud mental, la cultura y la historia.