Por medio de texturas, formas tridimensionales y lenguaje braille, la creadora busca realizar trabajos que puedan ser disfrutadas por todo el público
La artista keniana Tina Benawra llegó al mundo del arte impulsada por el deseo de mostrar las formas y dibujos que veía en su cabeza, un afán que quiere trasladar ahora a las personas invidentes.
“Comenzar a hacer arte fue una progresión natural para mí, pero fue a través de un encargo cuando empecé a desarrollar piezas pensadas tanto para videntes como para invidentes”, explica Benawra, de 35 años.
Crear arte plástico para personas que tienen dificultades visuales parece una contradicción, sin embargo, hacer obras inclusivas que puedan ser disfrutadas por personas con capacidades diversas se ha convertido en la obsesión de esta prolífica artista.
Sus trabajos incorporan colores vivos y palabras, pero también detalles en braille, diferentes texturas e, incluso, formas tridimensionales, por lo que la mejor forma de entender estas piezas es tocarlas, según explica a todos aquellos que observan sus obras.
‘‘Es como un puzzle: quiero que la gente se pregunte qué estoy pintando, que se involucre y que las personas invidentes tengan mensajes secretos a través del braille que los videntes no tienen’’, detalla mientras que muestra las imágenes de sus últimos cuadros, inspirados en dinosaurios.
Con una trayectoria científica a sus espaldas, Benawra dio el salto al mundo del arte animada por su pareidolia, un fenómeno psicológico que consiste en el reconocimiento de patrones significativos, como caras, animales u objetos, en estímulos ambiguos y aleatorios.
Uno de los tipos más frecuentes de pareidolia radica en encontrar formas reconocidas a las nubes, aunque este proceso no es nuevo y artistas como el renacentista italiano Leonardo da Vinci ya hicieron referencia a este fenómeno.
‘‘Lo que hago es tomar la influencia externa, transformarla y comenzar a pintar libremente. La parte de mis pinturas que planeo supone entre un 10 y un 30 por ciento de la obra, el resto es todo libre’’, detalla la pintora, de ascendencia india.
Criada en el barrio humilde de Ngara, cercano al centro de Nairobi y donde todavía mantiene su estudio, Benawra estudió Telecomunicaciones y desarrolló varios proyectos en laboratorios antes de darse cuenta de que quería dedicarse al arte.
‘‘Me ha llevado tres décadas comprender mi pareidolia’’, señala la artista, quien considera que ‘‘la imaginación es para todo el mundo, independientemente de si existe una discapacidad’’.
Para desarrollar su arte, la artista keniana tuvo que aprender braille, un sistema de lectura y escritura táctil compuesto por seis puntos con diferentes espaciados.
‘‘Me llevó tres meses en total aprender braille. Para mí no era familiar, pero sí natural’’, comenta.
La artista, que apuesta fuertemente por el arte táctil, trabaja también en obras audiovisuales que incorporan sonido al tocarlas y no descarta realizar cursillos de arte con niños invidentes en los que pinten siguiendo las texturas. Benawra huye del elitismo en el arte y afirma que su sueño sería crear un museo en el que todas las piezas se pudieran tocar y ‘‘la gente se pudiera manchar o ir en pijama si quiere’’.
‘‘Pienso en el arte -concluye- desde un enfoque divertido y, sobre todo, como una forma de libertad de expresión.
(Con información de Agencias)