Un verdadero casanova no sólo conquista, sino también conoce, inventa, y disfruta la vida.

Utilizamos su apellido para referirnos a aquellos hombres que van de flor en flor, por así decirlo, pero Giacomo Casanova (1725-1798) fue algo más que un simple rompecorazones. El veneciano, hijo de comediantes, sedujo a 132 mujeres, según cuenta él mismo en su libro “Historia de mi vida”, memorias que escribió después de cumplir 60 años por prescripción médica.

Viajero inagotable, también trabajó como diplomático, fue seminarista, secretario del cardenal Acquaviva durante su estancia en Roma (1744), violinista, escritor y agente secreto. También estuvo en prisión.

Las bellas mujeres de Europa estaban a su merced por más de una razón y los hombres codiciaban su conocimiento secreto de lo oculto y la alquimia. Fundó la lotería nacional de Francia, fue espía para el rey Luis XV en Francia y encabezó la única fuga conocida de la prisión de la Inquisición en Venecia.

 

El problema de Casanova no eran tanto estos hechos cuanto el hecho de no llevarlos con discreción; en otras palabras, exhibir una conducta considerada sumamente indecente y que podía incitar a otros a imitarle. Esto le valió muchos enemigos y denuncias anónimas hasta que en 1755, cuando tenía treinta años, fue arrestado por los inquisidores venecianos bajo la acusación de “libertinaje” y encerrado en los calabozos del Palacio Ducal de Venecia, llamados Piombi -Plomos- porque el techo estaba fabricado con este material.

 

Los Piombi constituían el “piso noble” de las prisiones venecianas. Situados justo debajo del techo, eran menos húmedos y gozaban de luz natural.

UNA VIDA A LA FUGA

Los inquisidores, que no podían consentir una burla semejante, se lanzaron a su búsqueda y captura obligando a Casanova a huir fuera de las fronteras de la República de Venecia. No fue hasta dieciocho años después que se le concedió un indulto, pero el aventurero ciertamente no los desaprovechó. Viajó por toda Europa y a pesar de ser un hombre perseguido raramente pasó penurias, más bien al contrario.

“Su mejor obra de arte es su vida”, expresó Carlo Parodi, creador del Casanova Museum and Experience en Venecia.

 

fuente: https://historia.nationalgeographic.com.es/